París XVII o de “Cómo cansarse de la vie en rose”



Vamos ya para la quinta semana en París y aunque los tres últimos días pudisteis leer que todo era un desastre ahora las cosas están más tranquilas, lo cual tampoco quiere decir que mi situación mental haya mejorado mucho. No sé muy bien por qué pero estoy empezando a estar aburrido y desanimado y espero que todo cambie cuando empecemos a ir a clase con normalidad.

El sábado era la Nuit Blanche, algo que también se hace en Madrid y que significa que los museos abren por la noche. Lo bueno de una ciudad como esta es que puedes asistir a todo tipo de eventos, pero será mejor que tengas coche para volver a casa después. Por fin conseguimos salir todos los Erasmus de nuestro grupo y se nos añadió Rami (el libanés), Kat (una inglesa amiga de Inga que también estuvo en la Mix) y un tal David francés que se traía muy buen rollito con la inglesa. Lo primero que hicimos fue ir a Trocadero, enfrente de la Torre Eiffel.

Lógicamente ya era de noche habían instalado para la ocasión una serie de banderas de países pero todas en blanco y negro lo cual era muy llamativo.Tras hacer unas cuantas fotos a las banderas y a la torre iluminada nos fuimos a hacer lo que acabamos haciendo siempre: beber. Esta vez fue cerveza, de la marca 1664, no sé si era buena o no pero a mí me lo supo. Nunca me ha gustado el sabor de la cerveza y del vino pero aquí no hay más remedio que acostumbrarse porque aparece cada vez que hay una reunión de estudiantes. Los minutos pasaban enfrente de la Eiffel hasta que conseguimos acabar con la botella y decidimos buscar otro pasatiempo.

Entonces nos dio por hacer lo que se supone que hay que hacer en la noche blanca, ir a los museos. Primero tocó el Palacio de Tokio, en el mismo Trocadero, aunque creo que no pasamos más allá de la tienda de regalos, eso sí, muy currados. Era algo en plan arte moderno, pero desde donde estábamos sólo se veía una tubería transparente que hacía un circuito y unas 4 o 5 pantallas distribuidas por toda la sala donde se veía un fondo negro con perro rojo andando y dando vueltas. Lo único que mereció la pena fue un fotomatón que hacía las fotos en blanco y negro, algo original para la época. Salí de allí sin entender mucho esas obras y nos fuimos al Museo del Arte Moderno para seguir con la temática, como no podía ser de otra manera. Sólo tenía dos salas abiertas, en una había un mural que abarcaba toda la pared, algo muy de estilo africano en tonos amarillos y azules. En la otra sala había una pantalla y un cinematógrafo. La imagen que salía era la un hombre, aparentemente masturbándose, y digo aparentemente porque sólo se le veía la cara, que es el espejo del alma.

Después de tanto arte, si es que lo considerábamos así, decidimos no ver más museos y fuimos en busca de Rami a Nôtre-Dame. Para entrar a la catedral había una cola kilométrica y nuestras alemanas encontraron en ella a un compañero de clase de Alemania. Dijo que acababa de salir y era espectacular, que debíamos pasar a verlo porque la fila iba muy rápido. A pesar de la supuesta velocidad decidimos no hacerlo, y yo muy agradecido porque ya la había visto. Cuando tienes tan cerca de casa una catedral como la de Toledo es difícil enamorarte de otras y a mi me costaba ver la belleza de Nôtre Dame más allá de lo icónica que es, las torres son demasiado cuadradas y más pequeñas que las de la nuestra. No es que no sea bonita, que lo es, pero me cuesta quedarme impresionado. Y el interior es exactamente el mismo que el de todas las catedrales: capillas, tumbas de obispos y urnas para encender velas pagando 50 céntimos.

El siguiente destino fue Saint Michel, para dar una vuelta al barrio (el latino) y pasar al supermercado Monoprix. Eran la 9 o cosa así, por eso los supermercados estaban abiertos aunque parecieran las 4 de la mañana por tanta vuelta que habíamos dado ya. Del súper compramos más cerveza, vino y champagne, como no podía ser de otra manera. Yo además hice una visita fugaz al Mc Donalds para dar un descanso a mi estómago de tanto pollo y pasta. Pedí un Big Mac para llevar porque nos íbamos a hacer botellón a un parque.

Y ahí es cuando todo cambió. La noche se tornó buena, me comí la hamburguesa en un segundo, lo mismo que tardé en beberme dos latas de cerveza. Las conversaciones se mezclaban en distintos idiomas, hasta 4 diferentes y las risas empezaron a aparecer. Vimos una rata, Lorena se llenó las botas de barro cuando iba al "toilette" y otros borrachos locales nos saludaban cuando pasaban por nuestro lado. Además había pistachos, Pringles y no recuerdo más. Bebiendo en un parque a orillas del Sena, con el Louvre frente a nosotros iluminado, pero no deja de ser un botellón por muy parisino que se quiera poner.

Cuando acabó el asunto, Marie la checa e Inga se marcharon a la residencia pero los demás resistimos por la zona de Les Halles un rato más Encontramos un hueco en un irlandés de la zona tomando unas pintas, cosa nada típica en París pero sorprendentemente económica. Bajamos a la zona de baile y casi me sube el azúcar de la emoción. A pesar del calor que hacía mi cuerpo se tenía que mover con la música casi clásica que estaban poniendo. Roy Orbison cantando "Pretty Woman", los Beatles con "She love's you" y después el "Rock around the clock" con más rock and roll de seguido, a lo Beach Boys o The mamas & the papas.

Después de aquello nos fuimos para casa en bus, a pesar de la insistencia de Lorena para ir al dichoso pub australiano que tanto le entusiasma, pero yo no estaba dispuesto a tener otra noche loca con ella. Llegamos justo para comprar el pan, como cuando salíamos de la discoteca del pueblo y nos íbamos a la panadería a por saladítos. Llegada a la habitación, mirar las redes sociales y a la cama.

El día siguiente se puede contar seguro en un solo párrafo. No hice nada, pero absolutamente nada. Ni siquiera salí de la residencia ni para tirar la basura. Mi intención era ir a hacer la compra pero Marie me insistió en que los domingos el supermercado cierra aunque yo no estaba del todo seguro. Una visita fugaz a la cocina a la hora de la cena y el día estaba completo. En días como esos soy un auténtico devorador de TV y Águila Roja fue un buen compañero para la noche del domingo. Como no pude acabarlo gracias al maravilloso Internet de la residencia me decidí por ver Sexo en Nueva York, que tuve que descargar capítulo por capítulo gracias a que tampoco se puede ver on-line aquí.

Ayer ya pude hacer por fin la compra, pero tuvo que ser de manera fugaz. Muy concentrado en el Auchan para encontrar todo lo que quería sin perder nada de tiempo, tardé sólo una hora para ir, comprar y volver. Mis reservas de vermouth están repletas de nuevo y mi voraz apetito de queso se ha vuelto a ver saciado. “Mis prisas no eran por otra cosa que por asistir a la fiesta que D&G ofrecía en su boutique de los Campos Elíseos. El motivo era la celebración del 25 aniversario de carrera de Naomi Campbell y Lorena quiso acompañarme.

Llegamos sin saber muy bien a dónde íbamos hasta que vimos a un montón de gente agrupada en la puerta de una tienda y supusimos que tenía que ser eso. Allí estaba ella, vendiendo camisetas blancas con su foto en medio para recaudar fondos para un proyecto benéfico aunque solo podíamos verla a través del escaparate. Realmente no había una gran multitud pero todos los que estábamos nos apiñábamos en la puerta con la esperanza de entrar. Yo había confirmado mi asistencia a la fiesta online pero al final no pudimos entrar aunque el portero ni se molestó en buscarme en la lista. No sé si porque Lorena habló o si porque nuestro look no era de esta temporada, aunque a mí solo me faltaban los zapatos para ir de punta en blanco. En cualquier caso pudimos ver a Lenny Cravitz, que para mí pasó muy desapercibido; y a una Dita Von Teese espectacular. Después de chupar tanta calle como la prensa que estaba allí nos volvimos a casa, yo cansadísimo y Lorena sin abrigo porque se le olvidó en un baño público. Tanta emoción para nada.

Y hoy a clase, si es que se le puede llamar así. Sólo he conseguido arreglar los papeles para que me paguen la beca de una vez y por la tarde he ido al banco a abrir la cuenta bancaria que tanto me reclaman. El día ha sido de papeleo total pero he gastado la mayor parte de la tarde en la residencia y no ha sido malo del todo. Ya no me entristece el hecho de pasar aquí las horas sabiendo que me estoy perdiendo París.

Cuando sabes que vienes a París para tanto tiempo quieres ver la Torre Eiffel, pasear por los Campos Elíseos, saludar a Mona Lisa, escuchar La vie en Rose, oler a Chanel y morir en la Rue Royale. Pero una vez hecho todo eso uno lo que quiere es tener un Erasmus normal y corriente, como el que tiene todo el mundo. Salir de fiesta, conocer gente, hablar idiomas, beber vodka y pasar frío.

Me he preocupado demasiado de vivir intensamente la experiencia, me he agotado caminando por París, me he obligado a ir a discotecas aburridísimas y a pasar por todos los museos habidos y por haber, pero ahora me apetece descansar, pasármelo bien, disfrutar menos de París y más de mi habitación, aunque tenga el tamaño del vestidor de Carrie Bradshaw. Voy a olvidarme un poco de la ciudad para acordarme más de mí, y lo digo con una sonrisa en la cara.

ANEXO

Tras cuatro o cinco días sin escribir me vuelvo a poner manos a la obra y como no había publicado nada lo añado a esta entrada. Debe ser que cuando uno tiene quehaceres se olvida de pasar por aquí y eso es bueno. La ausencia de noticias son buenas noticias.

Tras unos días malos y un periodo reflexivo todo vuelve a donde tenía que estar. Parece ser que el clima ha decidido acompañarme a mi carácter porque hace tres días salió el sol y hace un calor magnífico a pesar de estar en octubre. Tanto que a las 3 de la tarde es difícil estar al sol. Además sé que en mi pueblo hace mal tiempo, y quieras que no uno se alegra de estar mejor que allí. A decir verdad no recuerdo demasiado bien lo que he hecho en tantos días pero puedo intentarlo.

El martes como buenos estudiantes fuimos a la Universidad. Fui yo sólo con Inga y mientras ella estuvo en clase yo estuve visitando a Madamme Bordet. La señora Bordet es una de nuestras coordinadoras en Francia. Es una persona digna de conocer, bastante peculiar. Su aspecto exterior es el de una mujer de unos 50, bajita y menuda, con unas gafas redondas, la cabeza un poco por delante del cuello y un pañuelo perenne al cuello. Tiene un carácter adorable, intenta soltar alguna palabra en español cuando está conmigo aunque yo no la dejo que lo haga demasiado cuando mi cabeza piensa en francés. “Nos deja que hagamos todo el papeleo que necesitemos en su oficina, ya sea mandar un fax o hacer una fotocopia del DNI para el banco. Pero lo mejor de ella es la manera en la que hace todo. A pesar de que se mueve muy rápido y parece que se ha bebido 5 cafés, siempre tarda mucho para hacerlo todo, y eso es lo que más me gusta de ella. Tiene ese aspecto de mujer despistada y desordenada, inquieta.

Me estuvo ayudando a enviar alguna documentación necesaria para mi próximo viaje (Nebraska) y eso me ocupó hasta la hora de comer. Comí con Nico, Inga y Juliana en la cafetería, un trozo de carne que supongo cordero con unas patatas que sabían a las patatas guisadas de mi madre pero mezcladas con ali-oli. Aún así el sabor era agradable y muy familiar.

Por la tarde decidí por fin ir al banco a abrime la cuenta y a hacer el seguro de la residencia, una tarde de papeleo que concluyó en mi habitación haciendo lo de siempre.

El miércoles debería haber ido a la clase de arte, pero como era la presentación y duraba 4 horas decidí quedarme durmiendo, y menos mal, porque me contaron que el profesor estuvo hablando durante 3 horas y la hora que le sobró repartió un folio con una moneda de un céntimo impresa y pidió a los alumnos que dibujaran lo que quisieran ahí. Quizá este tío es uno de esos surrealistas, o probablemente como dice Andrea, simplemente es uno de esos parisinos que cree que es artista, aunque en realidad no tenga ni idea de hacer nada, sólo por el hecho de vivir aquí. Ya lo descubriré cuando vaya a clase

Como estaba sin nada que hacer y Lorena tenía un plan que no me gustó me fui yo solo a una de mis zonas favoritas, Ópera. Me había levantado muy tarde y no había comido, así que tenía la oportunidad de volver a ir a desayunar con diamantes. Este Breakfast at Tiffany's no fue tan intenso como el anterior, pero ya se sabe, cuando estás allí sabe que nada malo puede pasarte.

Después una visita a Galerías Lafayette como de costumbre, un paseo por su tienda de especias y después de no comprar nada, vuelta a la residencia.

Absurda normalidad.

Cuaderno de notas: Nanterre VI o de “Cómo tener un día dulce”

He estado bastantes días sin tener que ir a clase por las vacaciones y aparte de eso cuando he tenido que retomarlas no lo he hecho. No sé si es que tengo un estado de ánimo un poco bajo pero el coincidir con Nico no era una motivación suficiente para levantarme a las 6.

Aún así en este tiempo hemos seguido hablando por Facebook, ya que él estaba muy extrañado de que no fuéramos a ninguna otra clase, y la verdad es que le parecía una suerte que pudiéramos escaquearnos de todo. Sin embargo el martes me animé a ir para enviar toda la documentación de Nebraska, ya que no tengo ningún otro sitio donde poder hacer todo esto.

No pasé a ninguna clase pero Nico sabía que estaba allí porque le había avisado de que iría a hacer papeleo así que a la hora de la comida buscó la manera de encontrarse con nosotros y quedarse a comer. Reconozco que no me puse nervioso ni nada, sabiendo que él da por hecho que soy territorio prohibido y que no intentará ir más lejos. Pero me equivocaba, porque en un segundo consiguió que la situación se me descontrolara y los nervios volvieran una vez más.

Estábamos los cuatro comiendo cuando Nico empezó a preguntarme por mi novia. Las caras de Inga y Juliana fueron de sorpresa, quizá porque no había mencionado nada al respecto en las cinco semanas que habíamos convivido o quizá porque me veían como un gay en el armario. Y entonces tuve que ponerme a hablar de Laura y cuadrar en mi cabeza el tiempo que llevaba con ella y todas las informaciones que iban surgiendo. Al menos Lorena no estaba delante porque podría haber sido la que más me preguntara directamente. Intenté no continuar mucho más con el tema empecé a preguntar si los demás tenían pareja. Juliana era evidente que no después de haberse dado un homenaje la noche de la Mix delante de todos, Inga confesó que no salía con nadie y entonces Nico empezó a dejar un poco más claras sus intenciones. Nos contó que había estado saliendo con un chico poco tiempo pero que lo dejaron y está soltero. Delante de nosotros se atrevió a decir que era gay, con toda la naturalidad con la que yo jamás me atrevería a decir nada de eso. Era la primera vez que lo escuchaba tan claro y tan cerca, de una manera tan abierta y reconozco que eso me asustaba. Él no tenía miedo de nada y con la misma tranquilidad con la que decía que era homosexual delante de 3 desconocidos podría decidirse a decirme que le gusto o a besarme sin permiso y después podría contarle a todo él mundo que yo le rechacé porque soy un maricón reprimido.

Había dado un paso atrás en mi cabeza con respecto a Nico, uno más de todos los que había dado hasta el momento, pero entonces fuimos a pedir un café a modo de postre y cuando cogí cinco o seis azucarillos como ya empezaba a ser costumbre, él me miró y me lanzó una sonrisa sin abrir la boca que yo le devolví inmediatamente con la timidez necesaria para que no pensara que quería acariciar sus labios con mi pulgar. Entonces tomamos café, recogimos nuestras bandejas y salimos de la cafetería. Y justo cuando ya nos habíamos despedido porque Nico tenía que volver a clase y nosotros a la residencia, estando ya de espaldas él metió su mano en el bolsillo y me gritó “Javi!”. Cuando me di la vuelta él se acercaba a mí y aunque siempre hablábamos en inglés me puso en la mano un sobre de azúcar y me dijo “Pour toi”.

Cuando llegué a mi habitación puse todos los azucarillos juntos, pero separé el que me había dado él y escribí “Pour moi”. No me voy a llevar de aquí ningún beso suyo pero al menos este sobrecillo será nuestro secreto.

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