París XV o de “Cómo estar enamorado y de vacaciones”



Un martes más, este era mi primer día de clase, y no miento si digo que tengo una mezcla de sentimientos porque tengo ganas de empezar pero a la vez estoy muy cómodo sin tener responsabilidades. Pero un martes más me han vuelto a dar vacaciones como viene sucediendo las últimas 3 semanas. Tendré una semana más para explorar París, si es que me queda algo por explorar. Tengo la sensación de que he recorrido ya cada monumento, cada calle y cada plaza mil veces y que parezco más un turista al que le han cancelado el vuelo indefinidamente que un estudiante Erasmus.

El caso es que hoy he tenido dos horas de clase de Inglés a las 8.15. Eran mis primeras clases como tal aquí después un mes si no tenemos en cuenta el famoso curso de francés que hacemos en Genevilliers. Aquí ya había estudiantes reales que nos miraban a Lorena y a mí como las mascotas de la clase, entre la fascinación y la risa. Para estar allí a esa hora me he tenido que levantar a las 6 de la mañana, cuando todavía era de noche, y si finalmente seguimos viniendo a esta asignatura parece que va a ser duro seguir este ritmo después de tanta relajación en París. La clase en sí ha estado bien, a pesar de que era de nivel inicial y los que estaban allí andaban un poco perdidos. Unas cuantas actividades lúdicas utilizando un inglés de primaria y que no se parecían en nada a las mías de España, con el altísimo nivel de nuestra profesora Laura. No es un secreto que en Francia el nivel de inglés no es nada bueno, al menos igual de malo que en España, pero no esperaba encontrarme en la universidad a tantos estudiantes que optan a dar clase de inglés con unas destrezas tan bajas.

Nuestra participación en la clase se ha limitado a explicar lo que es el botellón, lo que parece que es algo muy ligado a España y a nuestra cultura. La profesora era un encanto y el hecho de que Nico estuviera en la clase también ha hecho que pudiéramos sentirnos en un ambiente más familiar, aunque prácticamente haya pasado las dos horas escuchando a Lorena y sus cosas.

Aún así he conseguido aclarar algo de nivel administrativo hoy porque ya tengo un horario que más o menos se parece al definitivo. Aquí todo lo que tenga que ver con papeleo y burocracia multiplica por 10 los tiempos y las formas a las que estoy acostumbrado así que el día que consigues algo puedes ver un pequeño rayo de luz. Como ya había contado anteriormente sólo tengo clases 3 días a la semana, de martes a jueves. Pero bien, me he quitado las clases de los miércoles porque he añadido esas horas al martes, con lo que ya sólo tengo que ir martes y jueves a la universidad. Los horarios son un asco porque estar en pie a las 6 de la mañana va a suponer un gran esfuerzo por mi parte para irme a la cama pronto, aunque por la tarde siempre puedes echar mano de una buena siesta.

Este cambio de horario es el motivo por el que nos han dado esta semana de vacaciones extra, ya que según Alain Castañeda, necesitan un tiempo para actualizar listas y ubicarnos a todos. El problema para ellos es que ni siquiera vamos los 4 a las mismas asignaturas sino que cada uno tiene las suyas propias. Y no seremos nosotros los que nos neguemos a días libres.

Desde que he llegado aquí no me había echado nunca la siesta. Siempre me ha parecido una pérdida de tiempo y cuando me despierto de ella me cabreo por haber perdido toda la tarde, pero hoy era necesaria. Dos horas desde las 4 hasta las 6 que me han sabido a gloria. Y menos mal que me he despertado sin mucho esfuerzo porque habíamos quedado con Juliana. Cuando quedas con alguien aquí hay que hacerlo a la antigua usanza porque la mayoría no tenemos teléfono francés para comunicarnos de manera barata y estar enviando SMS entre teléfonos internacionales es demasiado caro. Por lo tanto se dice hora y lugar y allí hay que estar con una cortesía de 15 minutos como regla no hablada.

Hoy se celebraba el primer cumpleaños de la tienda UNIQLO en París, y como el otro día estuve echando un ojo allí y me gustó la ropa habíamos decidido ir hoy a ver qué tal era la fiesta y si quizá hubiera algún descuento que nos permitiera ir de compras por primera vez aquí. Y cómo no, entre unas cosas y otras hemos llegado tarde al encuentro con Juliana, pero que a pesar de los 30 minutos de demora nos ha estado esperando. La mala noticia es que como llegábamos tan tarde ella ha empezado a buscarnos en otros sitios y no hemos capaces de coincidir.

En cualquier caso he ido con Lorena al aniversario de la tienda con la esperanza de que Juliana apareciera por allí en cualquier momento. Después de la experiencia en la noche Vogue, pensábamos que volveríamos a tener una noche llena de glamour con copas de champagne para robar. Para chasco nuestro aquello no se trataba de una fiesta al estilo Marc Jacobs o Dior, aunque sirva decir que UNIQLO no es una marca de lujo sino más bien una especie de H&M a la japonesa. La manera que tienda ha tenido de celebrar su primer cumpleaños ha sido hacer dos ofertas "espectaculares": rebajar los vaqueros de pierna recta a 9.99€ y los jerseys de cashmere a 59.90€. Me ha parecido divertido considerar que 60€ por un jersey es una oferta impresionante para celebrar el aniversario, por muy cashmere que sea. Con todas nuestras esperanzas aniquiladas por tales ofertas hemos recorrido las 3 plantas de la tienda buscando camareros con champagne como quien busca un tesoro, y tras un buen rato en la tienda sin comprar, y sobre todo sin poder beber nada, nos hemos ido.

Al salir de allí Lorena se moría de ganas por ir a Hard Rock Café Paris pero la única información que tenía sobre ello era que estaba en la "Calle Boulevard”, pero el problema es que prácticamente todas las calles de esta zona se llama Boulevard algo. Más tarde nos enteraríamos de que está en el Boulevard Montmartre, pero os lo contaré más adelante. Como no teníamos muchos más datos en ese momento hemos ido a Galerías LaFayette para que ella pudiera ver la cúpula espectacular del centro de lujo porque tampoco había estado allí dentro. No sé si ya había explicado que la planta baja de las galerías es como la de El Corte Inglés, llena de stands de marcas de perfumería y joyerías de las mejores marcas de lujo. Esto le ha impresionado más a Lorena que la mismísima cúpula y por este motivo mi compañera, haciendo gala de su desvergonzada normalidad ha decido perfumarse con todo lo que ha pillado por allí. Cada dos pasos, un dependiente la detenía para enseñarle el nuevo perfume de su marca e intentar vendérselo sin saber que no iba a conseguir otra cosa que perder una muestra. No le ha dado tiempo a maquillarse también porque justo nos ha llamado Juliana por teléfono para decir que estaba en la puerta de Ópera esperándonos. después de 1 hora de intentar encontrarnos.

Antes de pasar por allí a recogerla hemos parado en el stand que Tiffany & Co. tiene en la Galerías LaFayette. El momento ha sido genial, estar allí con Lorena mirando las vitrinas de cosas que nunca podremos comprar me ha recordado totalmente a cuando Holly va con Fred a la joyería a que les graben el anillo que a él le salió en la bolsa sorpresa. De todas maneras no había muchas cosas que costaran 10$ como en la película...

Por suerte para Lorena, Juliana sabía cómo llegar al Hard Rock porque había estado antes, así que tras caminar un largo rato desde Ópera allí llegamos. No entendíamos muy bien para qué quería ir allí Lorena, ya que es simplemente un restaurante y café donde a veces hacen conciertos y cosas así, pero desde luego que nuestra intención no era gastarnos la beca cenando allí. La visita por lo tanto ha sido un poco en vano, en el hall de entrada se exponían las camisetas con el logo de la marca disponibles para la venta a un mínimo de 25€ además de sudaderas, gorras, peluches y pins que cuestan 4 veces más que cualquier souvenir de París sólo por llevar grabado el logo de HRC. Y como la noche se nos caía encima, el hambre empezaba a aparecer y el dinero siempre escasea nos hemos vuelto a Nanterre a cenar. Yo he ido directamente a la residencia y Lorena ha parado en la Defense para devolver en el supermercado un detergente que compró el otro día porque ha decidido que no va a lavar la ropa. A pesar de que yo le he dicho que era poco problable que le devolvieran el dinero ella ha dicho que sí se lo harían.

De los dos días anteriores a hoy hay poco que comentar. El domingo nos dedicamos a acabar la otra parte del museo de la moda que no acabamos el sábado. Esta vez era sobre artes decorativas y posteriormente sobre publicidad, aunque el primero estaba mucho mejor. Me faltó por ver la galería de muebles de los años 60 & 70 que seguro que es genial y que a mi amiga Mari Carmen le encantarían por su gusto por lo retro. Tengo que volver otro día a terminarlo, supongo que esta semana que mis vacaciones siguen aún podré sacar un hueco y así de paso no me quedo encerrado en la residencia al borde del colapso mental.

El lunes me tocó tener un día perro, decido a no hacer nada más que lo estrictamente necesario para sobrevivir. Al mediodía fuimos a resolver asuntos administrativos a la universidad de Nanterre, llamada París X, donde nos queremos trasladar para librarnos de la hora y media de ida y la misma de vuelta hasta Saint Germain, y por la tarde me fui solito a la Defense para hacer algo de compra antes de que la nevera se quede completamente vacía. Como conté en los primeros capítulos, al principio estaba aquí solo y tenía mucho tiempo para reflexionar, para fijarme en la gente, en los olores y los colores. Y es por eso que encuentro un momento de relax total cuando voy a hacer la compra y puedo volver a esas sensaciones del principio, olvidarme del inglés y del francés, del ruido de la calle y de la risa estridente de Lorena. Me coloco los cascos, y dejo que la música vaya sonando independientemente de la canción que haya. Entonces con la cesta en la mano empiezo por el pasillo de los embutidos.

Siempre me tengo que poner la chaqueta ahí porque los pasillos están congelados. Miro cada paquete de jamón, de bacon y de mortadela; aunque al final siempre compro salami a 0,84€ por ser lo más barato. El jamón y el chorizo vienen de España y llega a ser tan caro como diez paquetes de salami. Ya comeré jamón cuando vuelva a casa. Después viene la carne, que ya está preparada en bandejas para llevar. Si tengo tiempo me sumerjo en el pasillo de la ternera, del cerdo o del caballo pero solo para mirarlo. El primer día que vi caballo estaba muy sorprendido y aquí es bastante habitual. Cogí un paquete de lengua de caballo del tamaño de un hígado humano y al estar envasado al vacío podías notar el tacto de las papilas gustativas en la mano, era algo entre genial y repugnante.

Como toda esa carne es muy cara siempre compro pollo o pavo y me voy hacia las verduras. Sólo compro lechuga que me sale barato y me cunde para muchos días y es que aquí la verdura también es cara. Como no soy muy frutívoro paso de largo por esa sección y voy a comprar el pan, sin mirar mucho la bollería de al lado. Finalmente recorro el pasillo de los quesos, yogures, chocolates y salsas para tener algo que aderece un poco más los días aquí. Ignoro el resto de pasillos a no ser que necesite recargar pasta o arroz, pero gastar lo mínimo necesito mantenerme en lo básico. Puedes pasarte horas mirando embobado los precios, los colores y los tactos de las cosas para finalmente pasar por caja. Así que aunque no viví ningún monumento espectacular el lunes, disfruté como un enano de mi pequeño momento privado del día.

Y estoy acabando el capítulo y me doy cuenta de que solo he mencionado todo lo relativo a mis vacaciones pero no he dicho nada de la parte de estar enamorado. Al fin y al cabo tampoco iba a contarlo todo por aquí.

Au revoir.”

Cuaderno de notas: Nanterre V o de “Cómo estar enamorado y de vacaciones”

Vale, igual estoy exagerando. Igual el dramatismo de estos días y de estas emociones me está diciendo que estoy sientiendo cosas que no siento y que hay cosas que no existes. Igual se me está yendo la pinza y todo es debido a que he conseguido controlar la situación y ahora año lo que podía haber sido. O no.

Los días posteriores a mi conversación con Nico en Facebook fueron muy tranquilos, supongo que por el hecho de no querer molestarle después de haberle dicho que tengo novia. Debió sentirse fatal y pensar que le había estado tirando ficha a un tío hetero y que quizá me había ofendido con su actitud. O a lo mejor estaba pensando que yo en realidad era gay y que salía con Laura como tapadera para que nadie me descubriera y pudiera vivir una vida feliz y ejemplar con mi esposa y mis hijos a los que llevaría al colegio cada mañana dentro de diez años. Pero quizá lo sabía todo y era consciente de que me había inventado todo, que Laura era mi mejor amiga y que le había enseñado sus fotos como el que construye un muro y decide no dejar pasar la verdad, y así buscar la manera de que no llegara a los rincones que estaban cerrados con llave.

Sea como fuere, la actitud de Nico después de esa conversación cambió y se relajó, y poco a poco con los días dejé de sentir esa presión y yo también me encontraba más cómodo hablando con él, porque me había acostumbrado y porque ya estaba dejando de percibirlo como un peligro. Incluso dejaba de interesarme porque las remotas posibilidades que había en mi cabeza de besarle y de que mi lengua chocara con sus dientes y su manos me inundaran la espalda estaban desapareciendo. Y con esa tranquilidad fui esta mañana a mi primera clase de inglés, sin estar del todo seguro que él estaría allí y que toda esa tranquilidad se iría a la mierda.

Cuando Lorena y yo hemos llegado, el resto de alumnos ya estaba entrando en el aula por lo que Nico no se ha percatado de que íbamos a entrar. Por suerte, él se ha colocado con otros compañeros y no había sitios libres cerca de él así que nos hemos sentado en otra parte. Pero la clase está dispuesta en forma de “U” y casi peor que estar a se lado era estar de frente a él. Durante dos horas no he podido hacer otra cosa que evitar mirarle, intentar que mi mirada no se estrellara de frente con sus ojos verdosos y la profundidad de sus cejas y que eso me llevara por delante. Y cuando la profesora me preguntaba por el botellón en España, podía sentir sin mirarle que ponía su atención en mi, que observaba cada gesto que yo hacia y que intentaba descifrarme como un crucigrama.

Y entonces salimos de clase, y él vino. Y nos preguntó que qué nos había parecido la clase pero a él le daba igual lo que opinara Lorena porque lo único que necesitaba es que yo le dijera que no tengo novia y que lo único que había merecido la pena de madrugar a las 6 de la mañana era poder oler su perfume tan de cerca, el mismo que llevaba en la Mix cuando casi metía su nariz en mi oreja para que yo le pudiera escuchar. Y mi relajación desapareció otra vez, como si todas las mentiras en nuestro chat nunca hubieran sido dichas, porque él las estaba ignorando. No se estaba alejando pero quizá solo se acercaba a mí porque le caía bien, porque quería practicar inglés o porque le interesaba hablar con gente de otros países dejando a un lado su superioridad francesa. Igual yo me estaba comportando como un gilipollas y estaba tan flipado que pensaba que el mundo gira en torno a mí y él se había tenido que enamorar de mí, o quizá el miedo a que obligaran a salir de mi zona de seguridad me hacía sobreprotegerme más de la cuenta y solo estaba haciendo el ridículo.

No sabía cuál era la respuesta correcta pero mientras todos estos pensamientos me atropellaban la cabeza habíamos salido al jardín y volvimos a encontrarnos con Inga y Juliana que querían ir a la cafetería para almorzar algo antes de volver a Nanterre. Y entonces Nico dice que se viene porque ahora no tiene clase aunque nunca sabré si eso solo ha sido una excusa para pasar con nosotros más tiempo de lo que acostumbramos, que suelen ser los 5 minutos de encontrarnos en cualquier lugar.

La cafetería de la universidad de Saint Germain en Laye es una carpa fija en un lado del jardín parecida a un invernadero de cristal, es muy luminoso y tiene una barra donde sirven la comida todos los días a los estudiantes que se quedan allí. Yo me pedí un descafeinado, y aunque siempre lo pido de sobre tuve que conformarme con uno de máquina porque no sé cómo se dice “sobre” en francés y preferí tragar a explicarme. Mientras pedían los demás y nos servían, me percaté de unos cestos llenos de sobrecillos de azucar, de sal, otros de pimienta y dosis individuales de aceite y vinagre para aliñar las ensaladas. Y me di cuenta de que no tenía azúcar en la residencia para echar en la leche así que discretamente cogí un puñado de azucarillos y me los guardé en la chaqueta.

Nico, que estaba a mi lado, se dio cuenta de mi hurto y prestaba atención a mis movimientos, así que me preguntó bajito y en inglés que para qué quería tanto azúcar. Lo hizo a sabiendas de que aunque la camarera le escuchara no entendería una palabra que no fuera francesa, como todo el mundo en París. Entonces le dije que era para no tener que comprar azúcar y a él le pareció divertido. Le hizo tanta gracia que soltó una carcajada y entonces fue la primera vez que lo había visto reír así y pude apreciar la perfección de sus dientes y la extensión de sus labios, y esa felicidad repentina que vi en su cara me hizo querer verla todo el tiempo, a mi lado en clase, el los vagones del metro, en el camino que va desde la estación de tren hasta la residencia, en la mesa de la cocina y en mi cama a un palmo de mi cara.

Y ahí sentí que estaba perdido y que realmente no sé si lo que estoy haciendo con mi vida es lo que debo o lo que quiero o si entiendo algo de todo esto y que a lo mejor no es tan malo que viva un poquito menos escondido estos tres meses aquí y que después de navidad todo vuelva a ser lo que era. Y cuando ya nos despedimos de Nico y volvimos a sentarnos en el mugroso tren a Nanterre y ya estaba tumbado en la cama a punto de dormirme la siesta que tanto necesitaba me sorprendí pensando otra vez en su sonrisa y después me acordé de sus hombres y luego de su cuello y también de su culo y entonces tuve que desahogarme para poder dormirme y olvidarlo todo.

No estoy enamorado pero lo que es seguro es que me estoy equivocando y lo peor es que no tendré el valor de cambiar las cosas.

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