París 2 o de “Cómo organizar una lista que te salve del hastío”

París y Nebraska


Los días en París siguen siendo tan ociosos y poco productivos como lo eran antes de mis vacaciones en España, pero he decidido que para darle un toque más interesante a esta temporada voy a marcarme un objetivo. Cuando yo estudiaba en la universidad de Toledo, Olga Elwes, nuestra profesora de francés, nos enseño una canción preciosa llamada "La liste”. La cantante, llamada Rose, hace una lista de las cosas que le gustaría hacer con su novio como ir a Ikea o pintar su habitación. En realidad se trataba de cosas muy simples que podrían hacer durante su vida normal y ahí residía el encanto. Entre esta canción y un nuevo programa de la MTV en el que 4 tíos tienen que hacer 100 cosas que les gustaría hacer antes de morir, ha nacido una nueva idea para soportar mejor 6 semanas de otoño tediosas. Inga, Emmi y yo hemos empezado a configurar una lista de 10 cosas que queremos hacer antes de navidad y de momento llevamos cuatro:

1. Vamos a dedicar un día a bajarnos del metro en paradas aleatorias y recorrer la ciudad por lugares que ningún turista conoce.

2. Vamos a aprender a bailar tango para ir un día a bailarlo debajo de la Torre Eiffel rodeados de las miradas de todo el mundo.

3. Vamos a fotografiarnos en escenas de películas, empezando por desayunar en Tiffany.

4. Vamos a hacer una competición para ver quién encuentra más mosaicos de marcianos por París, hay más de 15.000.

El resto de las ideas irán surgiendo estos día pero el simple hecho de tener un objetivo que depende de nosotros y no de cuánto se acuerde de nosotros el señor Castañeda me produce un alivio enorme de cara a afrontar esta nueva etapa. Para inventar esta lista hemos quedado por la noche en la cocina, aunque antes tengo que contar todo por orden:

Después de mi día de bienvenida tan depresivo hoy me he despertado a las 11 y media para ir con Inga al Pompidou en una visita guiada por mi profesor de arte. Hemos salido de la residencia a las 12.30 así que no he comido nada porque para mí no eran horas y soy de poco desayunar. Sólo he llevado un bocata de salchichón, como es costumbre en mi dieta, para comerlo después de la excursión y una botella de agua. La visita ha durado dos horas y durante ella hemos podido ver la famosa obra de “La fontaine” de Duchamp, que es un urinario de toda la vida puesto en horizontal y que representa la vida y no se qué mas cosas; y una exposición de una artista española, Cristina Iglesias, que ha hecho una especie de alfombras de esparto que colgaban del techo y que dejaban entrever la luz a través de formas de letras. No he entendido nada sobre todo por la explicación en francés, pero estar bajo ese techo artístico hecho por una compatriota me ha dejado sentirme como en casa por unos minutos.

Al acabar la visita parecía el momento perfecto para ponernos a comer, pero nada más salir por la puerta, mi profesor ha decidido ponerse a hablar desde las 3 hasta las 5 explicando aún más cosas de lo que habíamos visto, las dos horas más aburridas de mi vida sin poder meter bocado al cuerpo y con mi estómago rugiendo como un león. Además siempre habla bastante rápido así que para mí es complicado comprender más del 5% de todo lo que va diciendo. Podéis imaginar cómo me estaba sintiendo, como escuchando un disco estropeado y mirando a la nada hasta que finalmente media hora más tarde me he podido comer el bocadillo en el metro de vuelta a la residencia.

Después de la visita he ido con Inga al Auchan a hacer otra pequeña compra, y hoy a tocado arroz, tomate y Martini. He decidido variar un poco la dieta, así que hoy he cenado arroz a la cubana. La novedad, aparte de ser el arroz que hasta ahora no había hecho mucho es la cocina, porque han abierto otra en la segunda planta que hasta ahora había permanecido cerrada. Está igual de equipada que la de la cuarta planta, es decir, no tiene una mierda, pero por lo menos no tengo que subir tres plantas como hasta ahora. El arroz estaba bueno, aunque me he pasado con la cantidad y además no tenía demasiada hambre porque tengo el estómago cerrado con tanto cambio.

Después de todo esto era el momento para hacer nuestra lista de actividades. La cocina hoy ha sido un hervidero de gente y he conocido a 3 turcas, 3 italianos, y algún otro del que no sé su nacionalidad. Hemos quedado allí para hacer la lista de las 10 cosas y que al final no hemos hecho porque la conversación era demasiado interesante. Una de las turcas nos estaba contando cómo es la vida en Estambul y lo equivocados que estamos respecto a Turquía. Según ella es un país moderno y cosmopolita sin mucho que ver con radicalismos religiosos. A cosa de la 1, el conserje ha venido a decirnos que teníamos que marcharnos de ahí y nos han cerrado el chiringuito, y yo muy generoso y un poco borracho he ofrecido mi habitación. Ha sido entonces cuando estábamos todos muy apretados y ha empezado a llegar gente de todo tipo. Aquí estábamos mis erasmusas, una italiana, mi vecina de enfrente Loren de la isla de La Reunión, Rami el libanés, un árabe y dos chicos negros de los que desconozco nacionalidad. Todo eso en 15m2 es demasiado y era propio de una fiesta en el piso de Holly Golightly en “Desayuno con diamantes”.

Mi francés hoy estaba sembrado y me ha subido el ánimo una barbaridad, y ahora, no sé si por el alcohol o el sueño sólo tengo ganas de hacer cosas mañana, de ver el sol, de ir de compras y de hacer picnic. Mi reconciliación con París parece que está en marcha, aunque aún nos siguen separando muchas cosas que tendremos que solucionar. Mañana vamos a ir a La Defense a ver tiendas, luego de picnic y creo q por la noche, en ausencia de discotecas, iremos al cine a ver una película sobre el creador de Facebook llamada “La red social”. Tocará verla en inglés con subtítulos en francés, como "Come, reza, ama", pero espero que esta peli sea mejor y que me cueste un poco menos entender la mezcla de idiomas. En cualquier caso, ya os contaré qué tal.

Parece que van surgiendo cosas y que al fin y al cabo podré aprovechar un poco más estos días que me quedan en la ciudad de la luz. Estoy medio contento, quiero ser optimista, y aunque las cosas van mejorando, nunca se sabe en qué momento París te va a dar la espalda de nuevo así que será mejor estar preparado.

Un beso a todo el mundo, que se echa de menos!

Nanterre VII o de “Cómo tomar decisiones difíciles pero acertadas”

A veces, cuando tengo un problema, necesito un tiempo de reflexión y de análisis hasta poder tomar una decisión correcta y organizada. Ese es básicamente mi modo de actuar en mi vida normal y eso es lo que he tenido que hacer con mi estancia en París.

Después de dos meses en los que la dificultad para disfrutar plenamente de la experiencia universitaria han hecho que mi ánimo fuera decreciendo, era necesario tomar medidas. Y la primera evidentemente era el cambio en las rutinas y en las actividades para convertir estas 6 semanas en un tiempo provechoso y divertido, al final solo viviré esto una vez en la vida. El hecho de que junto a mis compañeras hayamos querido preparar una lista de cosas que hacer ya me da una esperanza sobre este tiempo. Pero sin duda alguna otro de los factores que más me ha perjudicado en este tiempo ha sido el descontrol emocional que me ha provocado Nico y era algo que necesitaba solucionar también. Antes de venir yo nunca hubiera pensado que acabaría besándome con un chico, y el tira y afloja que hemos tenido hasta ahora ha supuesto un aumento de la ansiedad que he sentido a lo largo de estas semanas.

Verle en la universidad cada vez que iba hacía que me pusiera de los nervios y que muchas veces quisiera no tener que ir para evitar esos momentos. Momentos en los que él se acerca a hablarme, quizá demasiado cerca, y que Inga o Lorena puedan darse cuenta de lo que está ocurriendo. O el hecho de querer venir hasta Nanterre para estar allí dos horas solo con el objetivo de tener 5 minutos al final de la noche en los que pueda sentir mi respiración al decirle “au revoir”.

Eso ha producido que cada día me sintiera de una manera muy diferente, sin saber cómo reaccionar o qué sentimientos tener. He pasado de la euforia a la tristeza, del amor al rechazo, de la obsesión a la rabia, del nerviosismo a la ansiedad. Y estar montado en esta montaña rusa de emociones durante esta época que tantas zancadillas me está poniendo no es quizá lo más conveniente.

Y con esa intención de mejorar mi vida aquí y tras la intensa reflexión de estas vacaciones en España, ayer hablé con él por Facebook para poner orden en mi cabeza.

Durante mis días en España, Nico me escribía con frecuencia, aunque yo no estuve tan disponible porque no paraba en casa. Aún así nuestras conversaciones eran agradables y en ellas no paraba de decirme las ganas que tenía de volver a verme y lo especial que fue para él nuestro beso en la parada del autobús. Aunque mis sentimientos eran contradictorios, yo también le trasladaba mis ganas de verle, que eran ciertas pero dolorosas.

Pero anoche, con el más puro dolor que pude sentir tuve que decirle que necesitaba alejarme de él, que era una persona maravillosa y que yo no me merecía tener algo así en mi vida porque mis circunstancias eran otras. Porque yo tenía que ser el hijo ejemplar, el amigo genial, el chico del pueblo que todo lo hace bien y no podía fallar a todo el mundo. Y Nico se rebelaba y me decía que eso no tenía por qué ser así y que me estaba negando la oportunidad de ser feliz, pero él no sabía nada de mí y de lo que yo necesitaba.

Le odié, le odié una vez más como cada vez que me sonreía y se colaba en mi cabeza, como cada vez que yo no podía elegir que me gustara, como cuando se pasaba de la raya y me dejaba desarmado e inmóvil. Y le dije que sabía que me equivocaba y él me dijo que, y yo le dije que, y él me dijo que. Y daba igual lo que nos dijéramos porque los dos estábamos locos el uno por el otro y yo había decidido construir un muro entre los dos que me protegiera de sus catapultas que son sus ojos y que me destrozan. Y acabamos los dos destrozados, él en su casa de Boulogne-Billancourt y yo en mi diminuta habitación de la residencia universitaria Paris X de Nanterre Université.

Nico acabó despidiéndose diciendo que respetaba mi decisión y que no haría nada que me pusiera en una situación difícil, pero que estaría esperando hasta mi última día en París a que cambiara de idea. Eso ya me lo complicaba todo, porque yo no necesitaba saber que estaba la opción de tenerle cuando quisiera.

Tardé en dormirme más de una hora, dando vuelvas en la cama sin parar pensando en el daño que le estaba haciendo sin merecerlo, en cómo él tampoco estaría pegando ojo y en si realmente merecía la pena negarme a mí mismo para complacer a los demás. Igual era un buen momento para plantarme y decirle a todo el mundo que era mi turno, que tenían que escucharme y que podían largarse de mi vida si querían pero que no tenía sentido esconderme más. Quizá París me estaba haciendo sufrir para que aprendiera algo, para que descubriera mi fortaleza. No lo sé. Pero fuera como fuera yo seguí convenciéndome de que no.

Comentarios

Entradas populares