París XIV o de “Cómo degustar la ciudad”



Hola de nuevo! Llevo 3 días sin escribir y tampoco pensaba hacerlo hoy, y menos teniendo en cuenta que son las 4:19 de la mañana, pero no quiero olvidarme de nada y antes de irme a dormir quería hacerlo.

Todo empieza hace 3 días, que como seguimos de vacaciones tenemos que inventar planes a todas horas. Y mi plan fue ir con Inga a Nanterre. Nanterre es el barrio donde está la residencia donde vivo, y era la primera vez que lo exploraba. No es otra cosa que un pueblo, y ni siquiera grande. Un centro pintoresco porque tiene cuatro tiendas de estilo parisino pero nada más que merezca la pena. Además justo el jueves hubo huelga de trenes y sólo teníamos la mitad, así que tuvimos que conocernos muy bien la estación de Nanterre para volver. A pesar de que el pueblo era una birria, la compañía era muy buena, por lo que no supuso ningún problema. La visita al pueblo acabó a las 4 de la tarde, y como Inga se iba a dormir la siesta me tocó montarme un plan alternativo.

Estaba solo en la habitación pensando que no iba a ir a ningún sitio, pero de repente me invadió el agobio y tuve que salir corriendo. Era muy arriesgado ir a París en plena huelga porque volver a la residencia en la noche podía ser una aventura. En cualquier caso fui a conocer mejor el barrio de Ópera. Este barrio (1er Arrondisment) hace las veces de zona administrativa, es donde se encuentran todos los bancos de París y que ya exploré un poco el día que fui a Tiffany’s. En el centro se encuentra, cómo no, la Ópera, un precioso edificio que invade una manzana a cuyo alrededor se distribuyen edificios administrativos, joyerías exclusivas y sobre todo tiendas de lujo.

Nada más llegar me lancé a UNIQLO, una tienda de básicos de origen japonés justo al lado de Ópera. El lugar es enorme (una planta y media para caballero) y muy moderno, con neones por todas partes, ascensor panorámico y una cuidada presentación de la ropa.

En cualquier caso no encontré nada a mi gusto ni al de mi bolsillo por lo que me fui a explorar las Galerías LaFayette. Ya conté en otra ocasión que había estado pero me había perdido la mejor parte. Donde yo estuve era en la zona de hombre, un edificio al más puro estilo El Corte Inglés, pero justo enfrente está la zona de mujer, un centro comercial distribuido en círculo con una cúpula alucinante y unas balconadas desde todas las plantas dignas de la misma Ópera. Me dediqué a explorar un rato la zona de mujer, aunque lo único que hacía era mirar las vistas de la cúpula desde cada planta.

Finalmente volví al edificio de hombre y estuve en una planta que me había saltado: LaFayette Gourmet. Una planta exclusivamente dedicada al paladar, llena de frutas, verduras, especias, salsas y cualquier cosa que uno pueda imaginar (previo alto pago). Tomé la decisión de ir porque cuando iba subiendo por las escaleras mecánicas me vino un agradable olor a azafrán.

La gente de mi pueblo me entenderá cuando digo que es como esa sensación de ir por el mercadillo de los miércoles y viene el puesto de las especias, ese que viene de allá para cuando. Cuando aún te quedan 10 metros para llegar sabes que la mujer está ahí, porque se huele el orégano y el azafrán. Esta sensación era exactamente la misma, y me permití el lujo de estar un buen rato mirando los colores, olores y texturas de todas y cada una de las especias, con nombres franceses que las hacían aún más exquisitas.

Salí con tanta hambre que tuve que ir a probar un "Quick". Estos restaurantes son el sustituto de "Burger King" en Francia, así que tenía que ir a ver a qué sabía aquello. El resultado fue bueno, aunque no tanto como el Burger. Me marché a la residencia teniendo que esperar 45 minutos al metro, con un borracho al lado que en cuanto empezó a cantar (aparte del alerón) me tuve que cambiar de sitio.

Al llegar a la residencia el plan era bastante bueno. Era el cumpleaños de Clara así que montamos una improvisada fiesta sorpresa en la cocina. Lorena vino preparada para la acción, maquillada y arreglada porque pensaba que luego iríamos a la Mix (oh no!) pero al final todos nos quedamos. Como cada uno tiene costumbres diferentes, allí cada uno llevó todo lo que pudo. La mesa de la cocina estaba repleta de todo tipo de comidas y bebidas. Una tarta hecha con gofres y Nutella y una vela de té a modo de vela de cumpleaños; unos ganchitos con un inquietante sabor a cacahuete, vino Burdeos, sirope de menta, Lambrusco y cómo no, Martini.

Mi copa de champagne robada en la Vogue's Fashion Night Out me servía para brindar con cubata, calimotxo o champagne, depende de la hora. La cosa estaba tan animada que Rami, el franco-libanés, fue a su habitación a preparar un postre libanés. Era una especie de tarta de queso muy extraña. Dos capas de bizcocho muy fino y entre ellas una gruesa de queso emmental fundido como si de una pizza se tratara. Para aderezar el “postre, un sirope de azúcar por encima del bizcocho. El sabor impacta en la boca, es como comer tarta y pizza a la vez, con un punto muy dulce. Es de esos sabores que no son ni buenos ni malos pero se disfrutan. Lo más parecido que he comido fue anchoas con leche condensada como tapa, en mi segundo viaje a Sevilla a ver a la familia. Tan entretenidos estábamos que al final vinieron a cerrar la cocina a las 12 y cuarto y nos tuvimos que marchar todos a nuestras respectivas habitaciones.

Ayer sin embargo el día fue más corto. Estuve comiendo con Inga en la cocina hasta que llegó Lorena y nos entretuvimos tanto que nos dieron las 6. A esa hora cierran la mayoría de tiendas y museos aquí así que no sabíamos muy bien qué hacer. Inga se fue a la Defense a comprar, así que Lorena y yo íbamos un poco sin rumbo. Al final decidí ir a ver los horarios del Museo de la Moda, a donde íbamos a ir hoy. Y como no pudimos pasar acabamos haciendo un pase nocturno al museo del Louvre.

Las obras muy bonitas, el topicazo de ir a ver a la Mona Lisa, y mi sorpresa al descubrir las escaleras del Louvre con una estatua alada en lo alto y que me trajeron al recuerdo una de las escenas grabadas ahí de "Una cara con ángel" de Audrey Hepburn y Fred Astaire. Aparte de esas dos cosas, lo más bonito es mirar por la ventana. Creo que viene siendo lo que más me gusta de los museos. Ver de noche el Louvre iluminado, con las fuentes coloreadas y la pirámide de cristal en medio es cuanto menos formidable. Y después de aquello una ligera cena de chicos en la cocina con Rami, Joseph y Yohann y se acabó.

Hoy, por último, hemos ido al Museo de la Moda. Cualquiera podría decir que me ha encantado y que ha sido muy entretenido pero he de decir que ha sido un aburrimiento. Me gusta la moda, sí, pero todo lo que había allí era prácticamente moda femenina y de pasarela. Nunca he soportado tener que ir a ver tiendas de chica y que me anden preguntando: ¿te gusta?. El Museo de la Moda no es más que unas pocas vitrinas llenas de vestidos de diseñadores como Karl Lagerfeld o Issey Miyake que han pasado por la pasarela. Los más antiguos que tienen son de los años 70 así que no es que hayamos visto historia de la moda ni nada así. Como Rami y yo estábamos un poco hartos hemos metido un poco de prisa y hemos ido al Museo de Orsay. Sólo hemos visto la galería de Van Gogh y como nadie quería ver más y yo tampoco entiendo mucho de los impresionistas nos hemos ido a comprar al Auchan (Alcampo). Después de comprar 4 cosas he decidido quedarme solo a investigar.

He ido al Decathlon y ¿sabéis qué? que ya tengo botas de agua y por 12 euros. Son negras con la suela gris, nada del otro mundo. Había otras azul marino con la suela blanca y eran preciosas, pero costaban el doble. Y por 12 euros también había botas de equitación, para montar a caballo, impermeables y de caña hasta la rodilla en color negro. El problema es que no eran tan cómodas como las mías aunque eras bastante más bonitas. Incluso me ha dado un tirón al intentar quitármelas, cosa que ha determinado mi decisión. También he comprado tizas de colores para pintar la puerta, que ya se ve muy arreglada. Tengo la sensación de que ya estoy totalmente acoplado, hoy he tenido el primer sentimiento de estar en casa, en mi espacio.

El plan del sábado noche no ha sido otro que ir a la habitación de Rami a ver "Dos rubias de pelo en pecho”. Gracias a Dios ya la había visto así que me he podido enterar a pesar del francés. Estábamos 6 personas en una cama de 90 viendo la película, por lo que he salido muy contracturado. Por último, Lorena ha venido a cosa de la 1 y media y hemos estado cenando.

Para mí una ensalada César, con varitas de pollo empanado, lechuga, zanahoria y cebolla con una salsa rara (esto último venía preparado), mucho queso rallado, mayonesa y sal. Para ella simplemente dos muslos de pollo que se ha hecho en un hornillo que le han dado en la residencia y que han convertido mi mesa de estudio en una piscina de aceite pero bueno, todo sea por la alimentación y porque Lorena aprenda a cocinar un buen día de estos

100g de besos

1 cucharada sopera de abrazos

y una pizca de hasta pronto ;)


Comentarios

Entradas populares