París IV o de “Cómo una española puede salvarte la semana"

No sé dónde me quedé en el post anterior, pero bueno, os contaré lo que hice ayer. El caso es que, ya que me había aprendido el camino, volví al Arco del Triunfo y bajé caminando por los Campos Elíseos hasta el Louvre. He de decir que es una avenida muy bonita y llena de tiendas, pero sinceramente, la idea que yo tenía en mi cabeza de lo que serían los Campos Elíseos era bastante diferente. Esperaba que los Campos Elíseos fueran unos jardines inmensos únicos en el mundo, y de hecho mientras caminaba por las aceras no paraba de buscar algunos jardines que aparecieran por algún sitio, pero evidentemente no tuve mucha suerte. Es algo así como el Paseo de la Castellana a la francesa y con firmas de lujo.

Llegué hasta el jardín de las Tullerías y pensé que por fin había dado con lo que en mi cabeza eran los campos, pero ya vi que no y hasta ahí llegó mi desconcierto. Y no es que los jardines fueran decepcionantes, pero a veces uno se hace una idea exagerada de lo que va a ser la realidad y luego no se cumple. Tullerías es un espacio precioso, eran los antiguos jardines del Palacio Real que ahora es el Museo del Louvre, así que os podéis imaginar que es un lugar precioso y lleno de vegetación y calles para pasear llenas de gente.

Tras cruzar los jardines llegué al Louvre y su famosa pirámide de cristal, pero hoy quería explorar un poco más la ciudad antes de empezar a entrar en museos. Salí de allí a través de un arco del palacio y llegué al rio. Desde allí había unas vistas impresionantes de la isla de la ciudad, donde está la catedral. Alrededor del rio hay un montón de puestos en los que venden piezas de arte, artículos de segunda mano, discos, libros… Era un paseo realmente encantador y muy parisino, esto si es lo que uno imagina cuando piensa en calles de París.

Tras hacerme todo ese recorrido decidí volver caminando a Chatelet a pesar de un paseo largo, pero ya me resultaba familiar y así volver de nuevo a la residencia en Nanterre.

Hoy finalmente ha llegado Lorena, la chica de Cuenca y única estudiante de mi universidad que me acompañará estos meses, y ha sido todo un alivio para volver a hablar español sin depender del teléfono. Es rubia teñida, un tono de rubio inusual, muy amarillo, quizá demasiado. Traía un aspecto desaliñado, aunque seguramente mi aspecto no era mucho mejor el día que llegué. Lorena venía cargada de maletas y de trastos, con los pantalones demasiado bajos de cintura, ya que todo lo que puedieron ver de ella en la recepción ese día fue la hucha. Intenté ayudarla con el tema de la llave para que no tuviera que esperar lo mismo que yo y ha sido mucho más fácil esta vez, teniendo en cuenta que el nivel de francés de Lorena está a la altura del mío.

Ya hemos visto a las otras chicas Erasmus así que también empezaremos a practicar un poco de inglés que no viene mal, aunque no hemos hablado mucho con ellas me imagino que pronto empezaremos a socializar un poco más. Después de tantos días de soledad me ha venido bien empezar a conocer al resto de gente y matar el silencio constante. Después de esta toma de contacto hemos empezado la semana saltándonos en el tren, por ahorrarnos un viaje y economizar un poco y nos hemos ido al Alcampo a hacer algo de compra para la semana. No tenemos tampoco cubiertos, vasos, sartenes… así que necesitamos hacernos con todo este material para empezar a hacer vida normal. Lorena no conocía la diferencia entre una sartén y un cazo y ha concluido comprando solo un cazo porque dice que lo podrá usar también como sartén. A eso ha añadido que si necesita sartén ya me la pedirá, aunque ya he avisado de que no se la dejaré. Después yo me he puesto a buscar una almohada en condiciones, ya que sigo sin encontrar una para dormir, pero una vez más no ha habido suerte. Hacer la compra acompañado ha sido diferente y quizá hasta un poco raro después de estos tiempo aquí. Cuando uno ya puede hablar tiene menos tiempo para pensar, para ensimismarse.

Creo que ya estoy un poco más instalado aquí y esta noche hemos decidido explorar un poco la residencia para ver todas las instalaciones. Ya hemos encontrado la cocina, que realmente es una basura. Son de azulejos granates y blancos, y parece que han pasado a robar. Están llenas de suciedad y de grasa, así que el lugar no invita a cocinar. No tienen prácticamente nada, solamente dos placas vitrocerámicas que están rodeadas por un cerco blanco de algo que lleva quemado varios meses o años. Hay un hueco muy apropiado para colocar un horno debajo de la vitro, aunque de éste, ni un indicio. Por lo visto también había microondas pero está desaparecido y no creo que piensen en reponerlo. Al menos hay una pila para lavar los platos después de comer, aunque tendremos que secar todo en el momento y volver a llevarlo a la habitación porque solo hay una cocina cada dos plantas. Ya veremos cómo nos organizamos por aquí.

Hoy no he querido utilizar todo lo que hemos comprado, pero a la hora de la cena Lorena ha venido a mi habitación para pedirme prestada la sartén, porque se ha dado cuenta de que en el cazo no podía freír un filete, sobre todo por una cuestión de tamaño. Evidentemente mi respuesta fue negativa, como no la mantenga a raya parece que estará aquí todos los días a pedir algo.

Mañana buscaremos la sala de lavadoras porque parece que la colada va a ser otra complicación aquí, ya os contaré. En nuestra exploración por la residencia hemos encontrado una araña tarantulesca, enorme, peluda, pero con echar a correr hemos tenido bastante, ya no teníamos fuerzas para enfrentarnos a más. La residencia no es de lo mejor que hay por aquí pero habrá que conformarse con lo que tenemos, porque al menos es bastante económica si está en el punto medio entre París y la universidad.

Ya os contaré qué tal va el resto de la expedición por Nanterre Université.

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